viernes, 5 de marzo de 2010

Agua en Marte, ¿o no?

Los medios celebran la nueva confirmación de vida en el pasado marciano. ¿Pero en verdad es hora de sacar las serpentinas?

La sonda MRO reproducida por un artista
Pocas cosas tan anunciadas como la segunda venida de Cristo o el hallazgo de vida en Marte. Tan sólo esta semana un importante diario nacional da luz a la feliz noticia, no del regreso de Jesús, sino de vida en el mundo rojo. ¿Pero es cierto? Y de serlo, ¿por qué tal evento habría de ser tan especial? Para comprender esto debe primeramente servirse un vaso con agua.

El agua líquida contenida en un vaso con agua existe un sólo lugar en todo el universo conocido, en un pequeño planeta cubierto en dos terceras partes por esa sustancia. Y así ocurre también en nuestro cuerpo, porque la vida se inició en el mar, y hasta la fecha muchos procesos vitales requieren de un medio emparentado a donde surgió la vida hace cuatro mil millones de años.

Gracias a misiones como el Mars Reconnaissance Orbiter (MRO) de la NASA, sabemos que en la misma época en que brotaba la vida en la Tierra, Marte poseía probablemente condiciones climáticas tremendamente similares a las de su vecino, incluyendo al agua líquida. Esta semana el MRO lleva el juego a un nuevo nivel, cuando revela masas de hielo sepultadas en lugares donde no se tenía conocimiento que pudieran existir: bajo la superficie de latitudes medias al Norte de Marte 

"La hipótesis es que toda el área estuvo cubierta con una capa de hielo durante diferentes periodos climáticos, y cuando éste se secó, los depósitos de hielo permanecieron cubiertos por tan sólo un manto de polvo, protegiéndolo de la atmósfera”, señaló Jeffrey Plaut, investigador del JPL de la NASA en un comunicado de prensa.
 Deuteronilus Mensae hace algunos miles de millones de años, tal vez

Tales depósitos se extienden por centenares de kilómetros en una región entre el ecuador y el polo norte marcianos, a la que se conoce como Deuteronilus Mensae. "No se trata de características aisladas. En esta zona el radar (de MRO) está detectando hielo subterráneo en muchos lugares", insite Plaut, quien ha anunciado el descubrimiento en la Conferencia de Ciencia Lunar y Planetaria realizándose en las cercanías de Houston. 

Así pues –¡lástima!-, no se trata de vida en Marte. Es sin embargo un avance más en la trepidante novela revelando los secretos de este planeta. La planeación de futuras misiones al mundo rojo seguro encarnaran las consecuencias inmediatas de este descubrimiento, en particular en el envío de peforadoras para explorar las capas enterradas de hielo, fundamentales en la comprensión del drama ocurrido en un mundo tan similar al nuestro, convertido ahora en un inhóspito yermo polar.

José J. Langarica H.

Volcanes y erupciones

International Narcotics Control Strategy Report

 ¿Podrían ocurrir erupciones volcánicas en Chile como respuesta a los movimientos telúricos? Algunos expertos piensan que sí.

“Esperamos ver un ascenso en la actividad volcánica en los próximos 12 meses”, observa en la revista New Scientist David Pyle, vulcanólogo de la universidad de Oxford. Se refiere al temblor de 8.8 grados que sacudiera Chile el pasado 27 de febrero, y sucede que ni por asomo es el primero.

Una de las primeras personas en relacionar el vulcanismo chileno con los movimientos telúricos fue el naturalista inglés, Charles Darwin. En documentos que nos han quedado observa cómo un terremoto ocurrido en la costa de Chile en 1835 parecía resucitar viejos volcanes y hacer más activas a sus contrapartes vivas. Estos eventos, dicho sea de paso, no ocurren en cualquier lugar del globo terráqueo. El 80 % de ellos suceden en los bordes del Océano Pacífico, mientras que un 15 % lo hace en una faja que cruza de Este a Oeste al Mediterráneo. Ambos territorios se caracterizan no solamente por su actividad telúrica, sino también por ser “tierras de volcanes”.

Pyle y un grupo de expertos corrobaron esta observación el año pasado en Chile, demostrando que los incrementos de actividad volcánica siguen a terremotos a lo largo de la línea costera. Luego de un temblor de 8.3 grados de 1906 y uno de 9.5 en 1960, por ejemplo, fueron seguidos un año después por entre tres y cuatro erupciones volcánicas alejadas por tan sólo 500 kilómetros del epicentro; una rareza inesperada y hasta cierto punto inexplicable a no ser por su supuesta relación con lo temblores de tierra.

El terremoto de la semana pasada ocurrió en la misma sección de la falla causada por aquel otro observado por Darwin en 1835. "Usaremos mediciones por satélite del calor y de deformación, y mantendremos un ojo en todo el conjunto de volcanes, desde Llaima en el Sur hasta Tupungatito en el Norte," dice Pyle.

Por fortuna, el riesgo para la población creado por esta factible actividad volcánica muy probablemente sea mínimo. "En volcanes que hoy están activos, podremos ver un incremento de flujo y de explosiones, pero no esperamos ver un peligro aumentado significativamente. " dice.

José Langarica