Scientific American presenta este extraordinario video sobre otros planetas y otros soles. Realmente muy revelador, especialmente para quienes hemos soñado con caminar y viajar a otros mundos.
Scientific American presenta este extraordinario video sobre otros planetas y otros soles. Realmente muy revelador, especialmente para quienes hemos soñado con caminar y viajar a otros mundos.
Los expertos descartaron su presencia en rocas traídas desde las misiones Apollo por fugas de aire en sus contenedores, pudiendo contaminar a las muestras. Ahora, un nuevo instrumento señala que aquello pudo no haber sido contaminación, después de todo.
Science publica esta semana los hallazgos del un detector puesto sobre el satélite indú Chandrayyan-1, puesto a orbitar alrededor de la luna desde finales del año pasado. El fin del artilugio era crean un nuevo examen sobre la presencia de agua en nuestro satélite. El resultado sugiere que sí.
Ahora bien, es del todo conocido cómo meteoritos o fragmentos cometarios son los grandes distribuidores de agua en el sistema solar. Tan sólo en la tierra, buena parte del agua en nuestros océanos proviene de cometas que chocaron contra nosotros hace miles de millones de años. ¿Cómo es entonces que los científicos sospechan que el agua recién detectada no proviene de este tipo de impactos, y cuál es su teoría para su presencia sobre nuestro satélite? Primero, que el agua fue descubierta más allá de los cráteres ensombrecidos de los polos lunares, a saber, los únicos sitios donde puede sobrevivir a la rápida evaporación por la implacable radiación del sol bañando la superficie de
¿Pero cómo es que podría formarse? Un protón es el núcleo de un átomo de hidrógeno cargado positivamente, es decir, no mantiene un electrón “girando” en torno a él, ni se mantiene abrazado a un protón. Por esto es que se les llama a veces núcleos libres de hidrógeno. Las rocas lunares, por otro lado, contienen un 45 por ciento de oxígeno. ¿Cómo unimos ambos elementos para conseguir la molécula de agua?; ¿Cómo unimos un átomo de hidrógeno con dos de oxígeno para el célebre H2O? Merced del “viento solar”, protones expulsados desde el sol como uno de los tantos productos de la fusión de elementos en los hornos solares. Si consiguen pegar con suficiente fuerza a los enlaces de oxígeno en los materiales del suelo celeste (viajando a un tercio de la velocidad de la luz, parece claro que el impacto será fulminante), los llamados núcleos libres de hidrógeno podrían unificarse a los átomos de oxígeno para crear la molécula de agua. Este es un fenómeno que no podría ocurrir en la tierra, ya que el campo magnético de nuestro planeta y su densa atmósfera, evitan el castigo del viento solar.
Es así que 40 años después que se descartara el hallazgo de agua en las rocas traídas desde la luna, termina revindicado. "De alguna manera fuimos engañados," expresa Larry Taylor de la Universidad de Tennessee, Knoxville, quien laborara en las misiones Apollo, y que ahora presenta este estudio. "Ya que las cajas tenían fugas, asumimos que el agua que encontramos pudo haber sido contaminación el aire terrestre.”
Ahora incluso se habla de crear un mapa de agua selenita, pudiendo ser usada como suministro en futuras misiones.
José J. Langarica H.
Tema: confianza gana a la inteligencia
Para convertirse en líder hablar alto cuenta más que la inteligencia.
Cuando un grupo de personas se reúne para trabajar en una tarea, usualmente emerge un líder; una reciente investigación, muestra que tales líderes emergen no porque sean más inteligentes que los otros miembros del grupo, sino solo porque hablan más alto.
Investigadores de la Universidad de California en Berkeley, les dieron a un grupo de estudiantes de licenciatura, 45 minutos para resolver un problema de negocios, para posteriormente pedirles que juzgaran que tan inteligentes eran sus compañeros.
Los estudiantes creyeron que las personas que hablaron más seguido eran los más inteligentes. Sin embargo, cuando a todos los estudiantes se les pidió que resolvieran problemas matemáticos, ellos dieron menos respuestas incorrectas que otros que habían hablado menos. Al mismo tiempo, estas personas que habían hablado poco, fueron juzgadas como menos inteligentes y creativos.
Cameron Anderson, el investigador que lidereó el estudio, opina que la principal razón por la cual las personas dominantes toman el control es que ellos saltan primero “al ruedo” y nadie cuestiona lo que dicen porque lo que hablan lo dicen con mucha confianza.
Gerardo Martínez Borrayo
Uno de los mayores aportes griegos fue el concepto de historia; los intentos previos para inaugurarla fueron los trabajos de Hecateo de Mileto sobre la genealogía de familias griegas y los escritos de Evémero, quien se atrevió a decir que los dioses habían sido originalmente personas reales, héroes o conquistadores que luego habían sido deificados.
Pero el sentido moderno de historia tiene su origen en las obras de dos griegos del siglo V a. c.: Herodoto y Tucídides.
Heródoto
Herodoto tuvo la ventaja de haber nacido en una cultura griega periférica (Asia Menor) y pudo aprender de las culturas no griegas; realizó el estudio de la geografía y el sistema de vida de los lidios y los persas, producto de lo cual realizó la historia de las guerras persas; sin ningún documento o persona viva que le relatara lo que había sucedido, tuvo que reconstruir la historia a partir de la tradición oral, los viajes y la observación.
Tucídides
Por su parte Tucídides se centró en la historia política al redactar su “Historia de la guerra del Peloponeso”; era un hombre joven en el año 431 a. c., cuando Atenas comenzó una de sus guerras cruciales, y él decidió registrar su historia, tarea que le llevó 27 años de su vida y que finalmente no terminaría.
La investigación histórica, en el sentido que Herodoto y Tucídides inauguraron, no fue seguida por otros historiadores griegos de la misma importancia; durante la época de esplendor griego, no hubo historia como búsqueda de lo que realmente había acontecido sin más objetivo que el de ampliar el conocimiento del pasado.
Gerardo Martínez Borrayo
Lo que sigue es un adelanto de nuestro próximo número, dedicado al año internacional de la astronomía
Exhumador del pasado
El ingeniero Solórzano, gran precursor de la paleontología en Jalisco
Las piezas se miran frágiles y diminutas, amontonadas en un contenedor, como si se tratase de un rompecabezas.
“Son de roedor” observa el ingeniero, percibiendo mi distracción.
Las cajas inmovilizaban incontables fracciones de seres que alguna vez corrieron por las praderas del Jalisco prehistórico; entre el pródigo muestrario –en realidad, tan sólo el sobrante de una colección repartida en el museo Regional de Jalisco y el Museo Federico Solórzano de paleontología- no sólo se contaban osamentas de roedores o rumiantes del pleistoceno, plioceno y mioceno: notables, se diferenciaban los restos de cráneos humanos, haciendo imposible no recordar el ensayo de Carl Sagan sobre “el cerebro de Broca”. ¿Cuáles fueron los últimos pensamientos y preocupaciones de los cráneos presentes ante mí? ¿Será posible que el mío propio –o el del lector- vaya a terminar en un reciento similar dentro de miles de años?
Me acerqué a observar una pieza que ha sido la pasión particular del octogenario ingeniero y paleontólogo jalisciense Federico Solórzano: el resto de una quijada o arcada imposible de identificar con un grupo humano conocido en las américas, y más emparentada con sus contrapartes primitivas, como el neandertal.
“Se supone, para el bloque conservador de investigadores, que antropológicamente hablando, y paleontológicamente hablando, nada puede ser más antiguo que el horizonte Clovis (algo así como 14 mil años), y no puede haber otra especie en el continente que
Su habla es calma y pausada, paciente: sabe de sobra la incredulidad por su descubrimiento el cual, no deja de sorprender, ha recibido más atención por parte de expertos extranjeros que nacionales:
“Cuando yo presento la arcada a alguno de los especialistas, se interesan mucho ‘¿De dónde es?’ preguntan ‘De Chapala’. ‘¡Ah no!’, se acaba el interés.”
Dicho esto, repara en la integridad con lo cual lo presenta: “Y no crea que comparé la arcada con unos cuantos, la comparé con 1200 cráneos. A ninguno se le parecía. Entonces, la comparé con cráneos prehistóricos principalmente: a todos se parecía. Y pues estamos en México, no estamos en África ni nada de eso (…) No es que yo diga que ese cráneo sea de neandertal o algo así:” y enfatiza cada sílaba “digo que se parece.”
No ayuda al caso particular su advenimiento entre un amplio huesario en poder del ingeniero, sin un origen identificable del cómo llegó ahí:
“Los expertos no lo admiten, porque por lo mismo: no hay en contexto. Inicialmente proviene de Chapala, pero ni se encontró en capa geológica, ni asociado con nada pues no se si lo encontré yo o es de los que yo compraba.”
Gonfoterio rescatado por el ingniero Solórzano
El germen del paleontólogo
George Cuvier hacía a los parisinos no caber en su sorpresa: desenterraba de los mismos suelos de su capital nada menos que los restos de un elefante. ¿Cómo era que un ser tan extraño y silvestre hubiera deambulado alguna vez por terrenos franceses? El 21 de enero de 1796, el Instituto Nacional de Ciencias y Artes de esa nación anunciaba algo no menos extraordinario: los fósiles de los elefantes encontrados en París no se parecían ni a los del elefante africano ni su contraparte asiática; se trataba de una especie “extinta”.
Sensación similar debieron haber sentido los jaliscienses cuando se desenterró el mamut de Catarina, en Zacoalco, y todavía está fresco el hallazgo del gonfoterio de Chapala. El Ingeniero Solórzano estuvo involucrado en ambas extracciones, en la primera como consejero, en la segunda, invitado por su amigo el arqueólogo Otho Schöndube, quien lo saca de apuros ante la anticuada ley mexicana en materia paleontológica, la cual impide la acción directa de un paleontólogo en el acto de desenterrar sus hallazgos:
“El paleontólogo no puede hacer excavaciones: las tiene que hacer el arqueólogo, y entonces dice uno ‘¿Cómo?’ Y el paleontólogo está de mirón.”
Tanto en el caso de Cuvier como en el de Solórzano, se nota el mismo germen del exhumador de fósiles; la misma obsesión por lo poco discernible convirtiendo miles de horas dedicadas a un trabajo metódico en una especie de hedonismo espiritual“cuando a uno le gusta, ¡Huy!; me la pasaba horas enteras en eso.” Confiesa.
“¡A ver, Solórzano!” decía uno de sus maestros, el cual usaba los buenos dotes del joven ingeniero para el dibujo como un eficaz método pedagógico, “¡Pase y dibuje lo que vamos a ver hoy!”. De ahí la gratitud del ingeniero a la paciencia de sus mentores para lo que él llama “su mala memoria”: “Yo dibujaba bien, si usted quiere no me aprendía las cosas bien pero si las dibujaba bien.”
Fue alumno del ingeniero don José Luis Medina Gutierrez, así como de –nada menos que- don José María Arreola, con quienes hacía excursiones al campo del tipo que no puede adquirirse con dinero:
“Era maravilloso ir con esos dos señores” recuerda. “eran dos personas muy inteligentes, muy interesadas en todo, y era un verdadero deleite oírlos comentar sobre geología, sobre paleontología, sobre botánica, sobre todo lo que eran las ciencias naturales. Y ahí fue donde realmente me comenzó a interesar en serio todo lo que era la paleontología.”
En una época donde no era posible estudiar la carrera de biología –menos aún paleontología, profesión a la fecha imposible de estudiar en México-, el ingeniero Solórzano tuvo que apuntar a una franja cercana al blanco: químico farmacobiólogo “no porque me interesara la farmacia, lo que me interesaba era
En su primoroso estudio, o en su sótano y ático, donde permanece otra gran colección de fósiles animales o vegetales, me vi abordado por la presencia de una mente cuyo apetito por el conocimiento parecía tan voraz como insaciable, más común en hombres como don José María Arreola que entre el individuo común de todos los días.
“Ahora todos los jóvenes recurren a la computadora y se meten en el Internet a los programas x, pero no hay, realmente, como un buen maestro.”
Los fósiles ya no platican lo que solían hacer
En la marcha de su carrera, el ingeniero Solórzano ha podido ver la transformación sufrida por los dinosaurios magnetizando su imaginación cuando niño; de torpes y pesados reptiles, a criaturas “sino ágiles, cuando menos es otra la manera de trasladarse” a la de entonces, “la manera de comer, la manera de atacar o la manera de defenderse, porque, mediante las computadoras se les ha dado movimiento a las figuras y se sabe más o menos cómo podrían moverse; porqué las colas tan largas, que servían de contrapeso a los cuellos tan largos.”
Al estar Jalisco sepultado por un mar poco profundo en el Mesozoico característico a los dinosaurios, no es probable encontrar restos de estos seres, aún cuando teóricamente sus contrapartes marinas sí debieran permanecer sepultadas y latentes, aguardando en algún apartado recinto por la irrupción de la curiosidad humana:
“Aquí lo que hay mucho son restos del pleistoceno: hay mamutes, hay caballos, hay camello; un poquito menos, del pliosceno, pues hay otras especies: tigre dientes de sable, hay oso, etc. Y del miosceno, un poquito anterior, hay rinoceronte, hay otras especies. El más común es el mamut y el caballo.”
El ingeniero se despidió de mí para regresar a su estudio de lo que ya no existe.
José Langarica
Link:
Conoce el museo de Paleontología de Guadalajara, Federico Sólorzano
Haumea es el miniplaneta iniciando el debate sobre a quiénes entre estos cuerpos deberíamos considerar propiamente “planetas”, y a quienes, por otro lado, en una categoría diferente: la de “mini planetas”. La asociación astronómica mundial temía, entre otras cosas, que en la medida que estos mundos surgen a las afueras del sistema solar, su continua inclusión mantuviera en perpetua obsolescencia a los libros de texto.
Pero Haumea es un mundo intrigante por otras razones. Su forma es elíptica, como un balón aplastado. Su diámetro es como el de Plutón. La rapidez con la cual gira sobre su eje explica su rara morfología (consigue un giro total cada 3.9 horas). Ahora también resulta que Haumea posee una mancha oscura en su superficie, como lo informa Pedro Lacerda, astrónomo de
Según explica el diario ABC de España, la mancha puede venir de un impacto reciente.
“Lacerda cree que la mancha puede haberse formado como consecuencia de un impacto reciente. Uno lo suficientemente grande como para romper la espesa capa de hielo que cubre la rocosa superficie del planeta y mostrar lo que hay debajo, aunque tampoco se descarta que los materiales detectados procedan en realidad del impactor y no del propio Haumea, o que sean una mezcla de ambas cosas. Según Lacerda, las oscilaciones detectadas en el brillo de la mancha «no son las que se esperan ver en una superficie uniforme. Ahora realizaremos una epectroscopía completa de la mancha para determinar su composición química y resolver el misterio de su origen».”
“Una de las interpretaciones más plausibles de estos datos es que la mancha sea extraordinariamente rica en minerales y componentes orgánicos, mezclados con el hielo que cubre la ovalada superficie del planeta.”
Más información en:
http://www.scientificamerican.com/article.cfm?id=haumea-dark-red-spot
Desde el punto de vista humano una serie de eventos físicos parecen tener una explicación clara (y equivocada):
La tierra es plana
El alma y el cuerpo son entidades diferentes
El sol (y todo el cosmos) girar alrededor de nuestro planeta
La tierra no es especialmente antigua
Galileo y el lanzamiento de proyectiles
Por siglos, ingenieros y matemáticos intentaron describir la trayectoria de un proyectil luego de ser disparado, auxiliándose de líneas y círculos. Fue Galileo quien se interesó en las especulaciones de un matemático griego llamado Apolonio de Perga, el cual estudió las secciones cónicas, incluyendo