martes, 26 de enero de 2010

Malos argumentos y fallas de lógica

¿... y por qué dices que te creció la nariz?



Tal como lo señala en forma divertida y completa el excelente libro CRÍMENES CONTRA LA LÓGICA del filósofo Neozelandés James Whyte, existe una serie de faltas a la lógica en las que incurrimos de manera cotidiana muchos de nosotros y con más responsabilidad aún los medios, los vendedores, los políticos, y una buena mayoría de autoridades religiosas.

A nivel personal, puedo decir que la revisión y análisis de estas faltas ha cambiado mucho mi forma de argumentar, entre otras cosas porque he estado aprendiendo a distinguir lo que es un verdadero argumento de lo que son simples (y con frecuencia poco brillantes) salidas a una discusión.
Pero vivimos en un entorno donde el engaño y la falta (intencional) de claridad están a la orden del día, así que la utilidad más importante de esto es aprender a distinguir estas falacias o errores intencionales cuando alguien las use para convencernos de algo que merezca una segunda pensada. Como veremos, la mayoría de estos “seudoargumentos” son tan clásicos que ni siquiera alcanzamos ya a percibir su escaso valor para defender un punto.

He recopilado en esta primera parte un resumen de varios ejemplos aplicados de estos (la mayoría los he revisado y seguiré revisando en otros artículos), espero continuarlos más adelante.


“Es natural” (U “ocurre en la naturaleza”)
Muchos informerciales parecen considerar completa la exposición de las supuestas virtudes de sus productos en el momento que anuncian –repitiéndolo sin misericordia a lo largo de 15 min.– que se trata de productos “totalmente naturales”.

Primero que nada, es muy discutible el qué tan "total" puede ser el grado de natural de algo que se vende por televisión, pero de hecho, el punto central es otro: No hay razones absolutas para establecer que algo es bueno o mejor por el sólo hecho de no haber sido manufacturado por el hombre. Es cierto. La naturaleza nos supera en muchas cosas, pero ¿eso lo dice todo?

La mayoría de nosotros tiene (o presume tener) sentimientos sublimes por la naturaleza, pero hay más romanticismo que utilidad práctica en esto. Pensando un poco, cualquiera puede ver que la naturaleza ofrece una larga lista de cosas poco deseables, junto con tantas cosas buenas: venenos de todo tipo y peligrosidad, sustancias irritantes, bichos atemorizantes, etc. También, según como usted lo vea, muchas enfermedades y padecimientos son relativamente comunes en la naturaleza.

Y respecto a los comportamientos que “se dan en la naturaleza”, creo que hay más ejemplos desagradables que buenos. Por ejemplo, sería verdaderamente inoportuno señalar en un juicio por fratricidio que los polluelos de algunas aves arrojan del nido hacia la muerte a sus hermanos para asegurar supervivencia en épocas de poca comida. Tampoco le aconsejaría a un abogado que intentara convencer lo erróneo de la legislación contra el asesinato mediante afirmar que se trata solo de la comprobación de una ley “natural”, “la supervivencia del más apto”.

(En casos tan polémicos como la homosexualidad, donde la afirmación en la que intenta justificarse la intolerancia se basa justamente en lo opuesto, esto es, que “no es natural”, las cosas son distintas. Aquí, la exposición de ejemplos en la naturaleza constituye precisamente el contraargumento directo, y por tanto, es la forma de responder para llevar al acusador a sus propios terrenos.)

Para balancear, en adelante cuando oiga que algo es bueno por ser natural acuérdese del aroma que despide su ropa cuando no se pone desodorante. Por cierto, ¡qué más natural que esto!


“Es arrogante pensar así”
La arrogancia, en su mala acepción es simplemente altanería, soberbia (RAE). Si pudiéramos escoger, casi todos preferiríamos no ser calificados así. Pero un "argumento" como este aporta muy poco al conocimiento sobre la realidad de algo y más bien habla de la opinión o el enfoque del acusador sobre "el arrogante" y su opinión.

Acusar a alguien de arrogante muchas veces es una modesta treta para hacerlo lucir mal. A nadie se nos hace fácil conceder la posibilidad de razón a quien presume arrogantemente de tenerla, y por ello el truco es muy efectivo (y socorrido). Pero -fuera de que jactarse pueda ser de mal gusto o no- lo cierto es que no hay una razón válida aún para descartar las posibles bases que pueda tener el "arrogante" para creer u opinar lo que crea.
Cuando alguien señala, por ejemplo, que es "arrogante pensar que estamos solos en el universo", está descartando de golpe otras posibles (buenas) razones para esta opinión. Razones objetivas como la falta de evidencia real (por razones que luego platicaremos, no cuentan como evidencia los "relatos sinceros", las conclusiones precipitadas, la falta de imaginación para explicar de forma más simple las cosas o el exceso de ella). La persona que acusa de arrogancia simplemente parece creer que la única razón por la que alguien negaría que hay vida extraterrestre es porque se cree único (como especie). Esto no habla muy bien de las capacidades imaginativas de la persona y, de pasada, implica que ella misma sí es humilde.
Pero como digo, la afirmación puede tener sus bases válidas y estas deberian ser revisadas con menos prejuicio. El que se afirme de modo altanero y arrogante, o de forma educada y humilde no tiene impacto en los hechos. Si me admite la comparación: Una perla puede lucir mucho más acomodada sobre terciopleo negro que en una humilde caja de cartón, pero su valor intrínseco es el mismo.

“Sería triste si fuera así”
Mucha gente relaciona sin advertirlo los sentimientos con las realidades.
Por ejemplo, dicen cosas como: "sería triste pensar que no hay nada después de la muerte".
Estamos de acuerdo con lo triste de esto. Por lo general, vivir es una experiencia placentera y la muerte no es una perspectiva nada agradable para nadie. Pero la tristeza de este hecho no aporta nada a la realidad. Lo triste que sea algo no es un argumento de que las cosas sean de otra forma.

Le doy un ejemplo: Imagine que usted fue ayer al estadio a ver un encuentro de futbol de los llamados "clásicos". Considerando que el lugar estaba abarrotado, que a nadie le suele sobrar el dinero por estos días y que la honestidad se ha convertido en algo infrecuente, usted sería poco realista si encuentra consuelo en el pensamiento de que su cartera sigue allí donde usted la tiró con todo su dinero.
¿Verdad que es triste perder el dinero ganado duramente? Seguro que si. Le acompaño en su dolor. Pero aún cuando todos sus amigos se pongan tristes con la pérdida (quizá estaba por pagarle a algunos o invitarles algunas cervezas), toda la tristeza reunida no cambiarán las cosas.
Respecto al ejemplo de la vida después de la vida. La pura idea puede ser consoladora. Pero enfrentemos maduramente el hecho de que no hay evidencias reales. Yo diría que usted no debiera arriesgar su vida o desperdiciarla contando con que habrá tiempo para hacer cosas después de muerto porque "sería triste pensar que no hay nada después de la muerte".
Para creer algo que tenga probabilidades de ser cierto, hacen falta bases reales, un argumento apegado a la realidad, una prueba que confirme lo opuesto. No habiendo nada de esto, simplemente “lo que hay, es lo que hay”, triste o no.

¿Le parece que soy cruel o excesivamente crudo? No es mi intención, créalo. Pero el hecho es que hay mucha gente que usted y yo conocemos que no tienen muchos escrúpulos en usar "argumentos" como este, basados en sentimentalismos, para ilusionarle. Y cuando la gente se ilusiona con algo (piénselo) es una víctima más fácil al engaño.

“Quizá yo esté mal pero tú no estás mejor”
¿Quién no lo ha dicho alguna vez? No es un mal comentario cuando se trata de poner en su sitio a quien intente demostrar cierta superioridad moral, pero cuando verdaderamente queremos ser objetivos tenemos que reconocer que no hay mucho aporte: Si usted está mal y yo también, los errores no se anulan entre sí. De hecho, lo único garantizado que se tiene ahora son DOS cosas qué resolver.

Quizá ambos estemos mal, pero el dicho dice de esto que 'es un consuelo para tontos'. El proceder a seguir es corregirnos, incluso, corregirnos nosotros solos si el otro insiste en su error.
Como argumento no vale mucho.


“Es lo nuevo”
La vanguardia siempre es una posición que despierta cierta emoción, pero, fuera del ámbito de la moda, este “argumento” no aporta gran cosa a la validez de un concepto o de un producto.

Una idea puede ser innovadora (o incluso presumir de serlo sin ser cierto), pero el valor que esto puede aportar a un concepto es escaso y no tiene relación con su validez. Habrá cosas nuevas que se impondrán por buenas, otras simplemente pasarán de largo cuando dejen de ser nuevas.

Simple como luce, decir que un objeto o una idea "es nuevo(a)" se suele exhibir como un argumento de aceptación que con frecuencia funciona.


“Es sabiduría antigua”
Curioso: un argumento directamente opuesto al anterior y sin embargo muy de moda, especialmente en todos aquellos infomerciales que echan mano de la “sabiduría maya”, o china o cualesquier otra civilización antigua de la que no conozcamos todos sus secretos.

Todas las civilizaciones tenían conocimientos admirables, al menos considerando sus desventajas contra nuestro tiempo en que nos son naturales cosas como la electricidad y las computadoras. Pero por más que nos pasme enterarnos de los grandes adelantos con los que contaban entonces o la emoción que pueda causarnos lo que aún no conocemos de ellos, no hay una razón real para esperar cosas verdaderamente portentosas o que no conozcamos ya nosotros.

Aún si de vez en cuando nos llegan evidencias de que algún remedio común resulta ser un beneficio olvidado que se vuelve a poner de moda por barato o efectivo, recurrir a esta cantaleta para vender algo es una treta en la que usted no debiera caer. Las cosas no son fantásticas solo por ser antiguas, y de hecho, hay un montón de cosas antiguas que nada tienen de envidiarse y usted puede hacerse una buena lista de ellas.


“Existen estudios científicos…”
Hay demasiada liberalidad en cuanto a lo que la gente llamamos “científico”, pero hasta quienes menos imaginamos parecen estar de acuerdo en lo tranquilizante que resulta esta etiqueta (allí está el llamado “creacionismo científico”, nada menos).

Sin embargo, hay demasiadas cosas implicadas en hacer algo “científicamente” y aunque hay todo tipo de situaciones, un verdadero científico sabe que los tan citados “estudios científicos” deben distinguirse por una rigurosidad extrema, misma que asegura a buen grado que las conclusiones derivadas no sean causadas por una simple casualidad, una mala comprensión de lo que se vio, o ruido o sesgo estadístico. ¿Cuáles son los mencionados "estudios científicos"? ¿Quién los hizo? ¿Cómo se evitó el error?

No digo que sea fácil averiguar la verdad detrás de la afirmación, pero ser escéptico e investigar un poco más siempre es una buena medida, sobre todo cuando le suene estrambótico eso que supuestamente demuestran los “estudios científicos”.

“¡Claro!, dices eso porque te conviene...”
Me atrevería a decir que es "normal" que mucha gente decimos que algo es correcto solo cuando nos conviene (si usted nunca lo ha hecho, le felicito realmente, aunque le diré que sería algo ingenuo esperar lo mismo de todos los demás). Pero el hablar a favor de algo no implica que usted lo haga solamente porque le convenga.
Por supuesto, tampoco podemos afirmar lo contrario: que la gente habla en contra de algo solo porque personalmente no le conviene. La realidad es independiente de conveniencias y si lo que a usted le conviene también resulta afortunadamente cierto, no hay nada que hacer por más que a alguien le moleste la coincidencia. Y ciertamente sería absurdo que usted opinara lo contrario solo para no ser objeto de sospecha.
Como argumento lógico esto no tiene nada de fuerza.

(continúa)

2 comentarios:

  1. Excelente artículo, Miguel. Falacias similares se pueden en ver en la idea ridícula de que antenas fijas en Alaska pueden crear un terremoto en Haití

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  2. “Existen estudios científicos…”
    En esta semana tuve una discusión sobre cierto premio nacional de ciencias (Luis Mochán, del Centro de Ciencias Físicas de la UNAM) que propuso como prueba del supuesto fraude del 2006, ¡Los datos del PREP! que ni siquiera tienen validez oficial. O el premio nacional en cuestión es muy ignorante o es un mentiroso sin escrúpulos. Sea como fuere, aún en ciencias se da la deshonestidad y qué mejor ejemplo que Luis Mochan.

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