miércoles, 14 de octubre de 2009

Lo que ES y lo que QUISIÉRAMOS QUE FUERA

ET debe existir, si no... ¿para qué tanto universo?


¿Ha escuchado cuando se le pregunta a un creyente si cree en un alma inmortal?

Una forma de respuesta que frecuentemente he escuchado es algo como: "Yo creo que si... sería muy triste que al morir terminara todo".

Esto es admisible. Se preguntó lo que la persona cree, lo que opina al respecto. Pero una respuesta así no se ocupa en modo alguno de las evidencias que pudieran dar soporte a esa opinión, simplemente implica que es preferible quedarse con lo que parece la menos dolorosa de las opciones.

El problema es que la realidad es menos sensible: Si usted estrella contra el piso un fino vaso de cristal cortado, este muy probablemente se quebrará. Ni su belleza ni su costo tendrán efecto en el resultado de esta travesura porque la realidad no depende de nuestra opinión, ni aún cuando fueran muchos quienes la compartieran. De modo que –en el ejemplo inicial– tan optimista o romántico como sea el creer en una vida después de la vida, eso no lo convierte en algo real.

Pero esto solo es un ejemplo. En realidad no me preocupa lo que usted crea sobre el alma, sino lo que le motiva a adoptar y mantener una creencia o una opinión.

El mismo tipo de situación explica por qué algunos sienten que deberían creer que existe vida extraterrestre. "Imagínate qué desperdicio de espacio si estamos solos", dicen. ¿Será realmente la respuesta a la cuestión de si estamos solos en el universo un asunto de espacio bien aprovechado? Igualmente extraña la respuesta: "Es mucha 'arrogancia' pensar que estamos solos en el universo".

Carl Sagan, enfrentado a casos parecidos se limitaba a decir: No hay evidencias suficientes. Él era muy diplomático, pero además esta es una forma segura de manejarse para cualquiera de nosotros. ¿No tiene usted evidencia? No se apene, consígala o espérela o quizá deba enfrentar que está equivocado. Pero no insista tanto en defender el punto de vista que dicha evidencia hubiera apoyado.

Por supuesto, internamente puede mantener la creencia que usted guste, pero el mismo derecho asistirá a quien opine precisamente lo contrario aunque a usted no le guste. Las corazonadas, los sentimientos, las conveniencias NO constituyen un apoyo a una creencia.

Y note que no es que el tema de los extraterrestres fuera poco apasionante para Sagan. Todo lo contrario. Le daba tal importancia que por lo mismo no emitía o aceptaba opiniones sin evidencia. ¿Contradictorio? ¡Por el contrario! La pregunta es, ¿busca usted tener la razón por la fuerza o busca realmente la verdad? Si escogió lo último, poner a prueba la idea en cuestión es una obligación.

Claro que puede haber razones personales muy específicas por las que alguien crea insistentemente en algo. Quizá requieran una revisión más profunda y detenida. Y precisamente allí reside la dificultad de apegarse a mi recomendación y la doble importancia de hacerlo. Distinga entre lo que es, y lo que usted quisiera que fuera.

Si la realidad dependiera solo de creer o de la necesidad que haya de creer, un reluciente Porsche estuviera ya rugiendo en mi cochera y muchos niños estarían recibiendo sus regalos de un Santa Claus verdadero. Los padres aportarían gustosos algo de fe para liberarse del gasto. Pero no es el caso.

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