lunes, 5 de octubre de 2009

Arrogancia científica

Arrogancia científica....la de House....

¿Ha leído o escuchado la frase del título alguna vez?

El diccionario de la RAE dice -encadenando sinónimos-, que soberbia o arrogancia (en su acepción desfavorable) significa Satisfacción y envanecimiento por la contemplación de las propias prendas con menosprecio de los demás.

Enfocándome en la implicación de que es la ciencia la arrogante, y no algún representante poco paciente y poco diplomático, quiero centrarme en la idea que subyace cuando se emite esta frase. Esto es -corríjame si me equivoco-, que la ciencia no tiene derecho de exigir a la religión que pruebe nada.

La mención de los derechos surge, pero no tendría que ser así. Si la ciencia parece cruzarse en el camino de la religión, debería bastar con ignorarla porque la idea de fondo es precisamente que la religión se fundamenta en la fe y que no puede ser probada por la ciencia. Sin embargo, el problema viene cuando se desea ’ser y no ser’, a un tiempo.

La ciencia tiene cierta reputación: Mientras no se trata de religión, poca gente deja de mencionar que algo parece ser válido porque “es científico” o por lo menos “ciertos estudios lo han demostrado”, aunque no se sepa cuál estudio ni qué tan científico fue este. La idea es que hay una revisión sistemática y la superación de ciertas “pruebas” antes de reconocerse de algún modo cierto carácter de verdad. Este enfoque, por supuesto, aplicado a rajatabla puede generar sus propios errores, pero el punto es que es típica cierta necesidad de que la ciencia esté de acuerdo.

Algunos científicos dicen que en su mente pueden separar perfectamente las cuestiones religiosas de las científicas. Aunque esto personalmente me parece inconsistente, creo que al menos parece haberse reconocido la naturaleza opuesta de los dos temas, porque otros tantos intentan precisamente lo contrario: encontrar puntos de reconciliación entre ellos. Ejemplo evidente que comienza en el mismo nombre es el llamado “creacionismo científico”, donde insistentemente se busca la manera de que el texto leído de la biblia se convierta en una posibilidad real.

Pero hay puntos que son inamovibles (al menos hasta la siguiente enmienda papal) como el alma inmortal y por supuesto, la existencia de Dios. Allí se esperaría alguna hidalguez de parte de la ciencia, ya que muchas personas religiosas “ceden” un poco intentando que ciencia y religión embonen, pero no, la ciencia tercamente requiere de pruebas.

Por esos rumbos, creo, es que surge la queja sobre la ciencia y su arrogancia. Creo que muchos que la utilizan solamente repiten lo que oyeron a alguien más. Pero, ¿por qué exactamente es arrogante pedir pruebas? ¿Qué hace incuestionables a los principios de una religión? ¿Por qué es aceptable pedir pruebas de todo lo demás, pero lo que la religión señale como cierto debe ser ‘tragado’ sin discusiones?

Si lo piensa, todos somos escépticos en una u otra forma. Es algo saludable en la medida de que no dudar de nada nos pone en la peligrosa posición de aceptarlo todo. Ya sabe usted, la gente tenemos ese pésimo hábito de engañar.

Lo que molesta a quien llama a la ciencia “arrogante” no es el hecho de que ésta cuestione. ¡Ese es prácticamente el modus vivendi de la ciencia, por decirlo así! Y la ciencia se cuestiona igualmente a sí misma. Creo que el verdadero problema es que ellos consideran que a la religión (al menos a la suya) no debería cuestionársele nada.

Una razón puede ser el convencimiento de que Dios existe y que favorece la religión que ellos tienen. El argumento entonces sería que si Dios mismo está de su lado ¿Quién es el osado arrogante que se atreva a exigir pruebas? Digo… ¡Caray! ¡Se trata de Dios!

Pero a pesar de la costumbre de tratar estos temas con pinzas, la religión no es algo fuera de este mundo ni está garantizadamente libre de sus influencias. Las pruebas de que una religión se apegue al mandato divino siguen pendientes y entran al poco práctico pero conveniente terreno de la fe. Mientras tanto, hombres tan imperfectos como usted o como yo participan en establecer sus lineamientos y por ello tampoco es saludable simplemente creer todo lo que la religión diga nomás porque sí.

Además, cuando uno está dispuesto a creer sin bases una pequeñez, es cuestión de tiempo para que acepte como ciertas cosas igualmente carentes de fundamentos pero con consecuencias más importantes.

Bajo este enfoque, ser un poco escéptico es solo una forma básica de cautela.

Pero le tengo buenas noticias. ¿Quiere usted poner en su lugar al arrogante? ¡Demuéstrele que se equivoca de manera contundente! Un verdadero buscador de la verdad aceptaría modificar sus conceptos si se le demuestra que está equivocado.

Si buscar la verdad es arrogancia, siéntase libre de llamarme arrogante. Espero estar a la altura.

Escrito por Miguel Figueroa


1 comentario:

  1. la ciencia no es arrogante pero hay mucha gente arrogante

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